Enclavado en las montañas del estado de Hidalgo, Mineral del Chico es uno de esos destinos que parecen sacados de un cuento. Pequeño en extensión, pero inmenso en belleza, este pueblo es la puerta de entrada a uno de los tesoros naturales más espectaculares de México: el Parque Nacional El Chico. Rodeado de bosques de oyameles, encinos y pinos, y envuelto por una neblina que le da un aire de misterio, este rincón ofrece una experiencia única para quienes buscan reconectar con la naturaleza.
Creado en 1898, el Parque Nacional El Chico es uno de los más antiguos del país. Con más de 2,700 hectáreas de extensión, es un verdadero paraíso para los amantes de las actividades al aire libre. Sus paisajes verticales invitan a la escalada, sus múltiples senderos conducen a miradores como “Las Ventanas” o “La Peña del Cuervo”, y sus caminos sinuosos son ideales para el ciclismo de montaña. Aquí, el aire es puro, las aves cantan y el tiempo parece ralentizarse.
Mineral del Chico también conserva su alma minera y su arquitectura tradicional: casas de techos rojos, calles empedradas y una atmósfera acogedora que enamora al visitante. Después de una jornada de aventura, nada como probar la gastronomía local, con truchas frescas, pastes y licores artesanales que reflejan la identidad de la región.
Ya sea para una escapada de fin de semana o un viaje más largo, este destino es perfecto para quienes desean perderse —y encontrarse— entre la bruma del bosque.
